La pared blanca del
cuarto lame mi espalda. El recorrido de su lengua de cemento me eriza los
vellos del cuello. Levanto los brazos como intentando alcanzar con las uñas
cortas el vientre oscuro de la noche.
Mis senos levantan la
mirada. Él se acerca para acariciar mis brazos que insisten. Mis axilas
desnudan mi rostro sonriente y tímido. Mis axilas, las axilas de mi cuerpo que
es un cuerpo, como diría Octavio Paz, un cuerpo de día derramado. Mis axilas,
delicias claras de oscuro deseo. Mis axilas servidas a la plenitud acalorada de
su lengua que, así como mi cuerpo, se derrama sobre ellas.
Escucho cómo la
lengua las recorre. Primero una, luego la otra. De arriba abajo sin la
pesadumbre de la pausa, sin la demora de los días que corren. La lengua, su lengua
haciendo caminos en las axilas, mis axilas. El vientre, mi vientre, despierta
al canto chasqueante de sus
labios bajo mis brazos. La blancura de mis axilas, y su deseo, patria de
sangre, y otra vez Octavio Paz, única tierra que conozco y me conoce, única patria
en la que creo, única puerta al infinito.
Su muslo va haciendo
espacio entre mis piernas que se separan sin tanto contratiempo. Busco
comodidad sobre su muslo e inicia un ir y venir como cuando el viento advierte
la tormenta. Deslizo mi vulva sobre su muslo que, al mismo tiempo, trata de
adherirse a mi vulva.
Su lengua que no sé
si es una o miles, se mantiene en mis axilas lamiendo la soledad que allí suele
esconderse. Deslizo mi vulva sobre su muslo.
Su muslo comienza a
humedecerse por el roce impertinente. Mi boca desinfla palabras en su oído que
las bebe erguida. Sin abandonar la sabrosa llanura vertical de mis axilas, sus
manos se desatan a amasar mis nalgas.
Su respiración se
agita inesperadamente. Sus movimientos abandonan toda poesía de la lentitud
para entregarse al vertiginoso jadeo del deseo desbordado. Sólo ahora abandona mis
axilas para que mis brazos lo abracen, mientras él se abraza a mi cuerpo que le
entrega el cuello. Lamo su cuello mientras mi vulva lame su muslo, que también
se entrega a la humedad cada vez más húmeda. Lo miro a los ojos. Me observa
mientras me abandono. Lo miro a los ojos.
Acabo.