jueves, 12 de abril de 2012

El Juego



Algunas veces cabes en mi mano, otras sobrepasas mis medidas. Te introducís en mis aberturas como buscando algún tesoro perdido, y al encontrarlo, ese premio lleno de placer es todo tuyo. Disfruto besarte cada parte, pienso que es un acto de fe que nos hace gozar a ambos, al hacerlo te miro… estallo de placer al ver tus ojos cerrados… disfrutando del más distante de los paraísos. 
A pesar de que algún hilo rebelde quiera besarme también, aún sigue siendo maravillosa mi saliva sobre tu cuerpo que se yergue más y más cada vez… lamerte hasta beberte entero, esa es mi meta más fructífera en ese momento y quiero volverlo eterno… dejarte inmóvil un poco más mientras te huelo y siento que tu respiración agitada me envuelve entera.
Quiero pedirte que no mueras, porque estando vivo me haces sentir valiosa, importante, morbosa. Y quiero eso durante toda mi existencia. Te considero mi hombre, porque a cada instante siento que me amarras a tu pecho y amas con cada centímetro de tu cuerpo, a veces débil y flácido, pero que al menor roce… en la más tímida mirada o al menor pensamiento fuera de lo común, ahí está, erguido y listo para la pelea que sosiega la necesidad de mi piel con la tuya.
Entonces es allí donde todo vuelve a comenzar… como una promesa inquebrantable… En ese momento vuelvo a hacerlo. Escondo algo para vos en mi cuerpo, es un secreto que necesito que encuentres e inmediatamente después de gozarlo lo olvides para que vuelvas a buscarlo.
Dar es mi estrategia para encontrar placer. Claro que espero algo a cambio. Busca… acaricia, avanza, toca… Frío, frío, caliente… estás cerca, ahora no.... Busca bien, busca otra vez… no lo encuentres nunca, así mis sensaciones se alargan en un eterno gemido de placer.
Temblas. Imagino una vela y su llama, el viento que la empuja. Es el límite entre el movimiento y el apagón total. Sobrevivís a esa ansiedad tan húmeda. Ojala tu respiración hiciera eco en el callejón de mi entrepierna, me llegara por todas partes, me dejara sin tiempo de protegerme… ganara mi estremecimiento total.
Sonrío. No sabes qué significa?... Es mi corazón que está sirviéndose de tus latidos. Unos labios así, algo erguidos, discretos… tensos. La mirada fija en tus ojos, párpados a medio camino entre la luz y la oscuridad. Eso puede ser cualquier cosa. Miedo, máscara, placer, culpa, una descarga eléctrica que no quiero dejar salir para estallar de dolor y placer al final… Los dos… húmedos los dos. Por eso mantengo la boca cerrada. Sonaría a suspiro, a letra eme, a palabras rosas.
Encontrás el chocolate. ¿Te gustó el juego? Hay juegos que no son cuestión de vida o muerte, sino mucho más que eso. Éste es el juego de las lenguas recorriendo cada centímetro vital, es un juego donde mis orgasmos buscan desesperadamente detenerse para sentir eternamente la magia con la que los provocas. Es una sensación suave, una dureza exacta que roza justo donde mi vagina lo necesita.
Me voy… te vas conmigo?... El calor con el cual me colmas permanece allí dentro, te abrazo y mi corazón vuelve a beberse los latidos del tuyo. Me quedo inmóvil así, siento latente tus sensaciones, siento tu sexo latir dentro mío… lo absorbo y me deleito, me quedo así… un minuto y me mareo un poco.
Me quitaste el aire y al segundo me llenaste de vida para siempre. El chocolate de tu cuerpo aún se derrite en mi lengua, o por lo menos es así en mi imaginación.
Chocolate caliente, líquido como el amor, en los labios, en mi vientre, entre mis piernas, hecho de besos. Toda la noche seguiré escribiendo en mi mente ésta historia de solo cinco minutos. En el papel, en mi piel y en la tuya, ahora sé que un segundo puede ser eterno cuando te pienso.
Cuándo, dónde empezó el juego. No lo recuerdo, una nota breve, una palabra sensual y desprevenida, la vez que te leí con pasión, o cuando escuché tu voz por primera vez. Dicen que es fácil conocer el comienzo, no el final. Yo creo en lo contrario, desconozco de dónde viniste, de dónde surgió la palabra ‘nosotros’, pero sé bien dónde va a terminar…

Hay amores

                
   Hay amores que nacen para morir, pequeños barcos de deseo zarandeados por imposibles y quimeras eternas, que naufragan en un océano mudo de jadeos esfumados y sonrisas por pintar.

Travesías sin camino en mares de sueños, puertos donde recalan otros tantos cuerpos.

Pasajeros que son sólo billetes, camarotes de ilusiones, alumbrados por suspiros y decorados de irrealidades.
Salidas sin llegadas, despedidas sin saludos, caricias sin piel y orgasmos sin casi un roce.
Barcos en el alma varados y sentimientos como el nuestro... Sólo cariño y degustación..