lunes, 21 de julio de 2014

De lenguas



De lenguas vivas, de lenguas muertas, de lenguas infinitas e imposibles.
A mi me gusta la suya. Redonda y políglota que me traduce en infinitas posturas y me coge en cualquier idioma.
Se pervierte y se divierte a círculos viciosos sobre mi vulva. Tenaz, sorpresiva, como su voz que me desarma, como sus manos que me desquician, como su verga de buena persona que me deshace entre las embestidas de su ‘niño malo’. Silenciosa. Suelo decirlo todo.
Necesito las palabras para hacerme comprender. Mueren en él cuando las digo. Se las come su lengua. A mi me devora. Y cuando me dice: '- Hoy no te voy a coger' - me abandona. Nunca estuve menos vestida. Me escucha desnuda. En carne viva me coge.

El cuarto se pudre. Casi quince días viviendo en su verga. Muerto el colchón, el sillón, la alfombra. No queda nada por morir. Salvo yo. Salvo él. Que me mete el índice en la boca arañando mi lengua, violándome el paladar. Y ahí. A horcajadas sobre la piel de sus huevos, se rompen mis cuerdas vocales y un tercio de mi vulva. Muda y herida, sólo queda una puerta.


Sobrevivir.

Imaginándolo.
Cogiéndome.