martes, 11 de septiembre de 2012

Ésta mañana


Me despierta la mañana con una cala blanquísima y gigante entre mis piernas. De mi sexo cae un polvillo fino, dorado y blanco. Cae un polvillo.
Dicen los que probaron que es alucinógeno y adictivo. Que inspira la locura… Me lo dijeron.
Siempre supe que es la sensación de dulzura atada a mi piel que evapora sudor, porque lamiendo el sexo entreabierto de mis poros que grita la masturbación con una boca suplicante, el olor a cuerpo excitado despierta el delirio sobre las hojas.
Esta mañana viene todo su sabor a mis dedos proclamando que sus espermios revienten primaveras dentro mío.
Despierto sudando sexo, venero mis líquidos mientras con ellos mis manos limpian mis pezones, y siento cómo se tarda una vez más la entrega de mi lengua en su dureza.
Lo imagino tanto, que hasta puedo sentir que su ingle busca anclarse a mi raíz.
Ésta mañana con mis manos me convierto para él en una postulante más, hecha de consonantes almibaradas. Consoladora y trémula.
Me convierto en su prostituta nuevamente.
Pero una prostituta jamás ruega.

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