jueves, 11 de octubre de 2012

Vértices




Anoche supe que mis tetas subdesarrolladas no le fueron suficientes. Supe que no se puede amamantar a su misma camada, no se debe aunque a veces no quede más remedio. Hoy ya no lo intento.
Mis ganas, resultaron agrias de tanto aguantarme, y en vano se escaparon supuradas por mis pezones agrietados. Hoy sé que como la lejía, hay esperas que también amarillean los flujos impacientes.
Por momentos me pica la cicatriz y me toco allí, justo allí en ésta rajadura enorme, con puntadas de sobrehilado que tejo con la yema de mis dedos, doy consuelo a ésta raja enorme, por donde alguna vez cogimos jugándonos la vida.
En mis ángulos, aún martilla la sensación de labios febriles agrietados, supurando besos calientes, aguantados, contenidos como orgasmos inhibidos, como nudos en la garganta, como gemidos atragantados, y un orgasmo a medio hacer.
En mi centro, me amaso el verbo, el sexo, el verso, me amo, me regalo toda haciendo tiempo, y muero una vez más mientras espero. Mientras me regalo toda, me amaso el verbo, el sexo, el verso, me lamo, me relamo, haciéndome tiempo y mujer. Y ganas.
Con las piernas abiertas mis dedos me repasan y voy limpiando mis urgencias con esmero desmedido. Con esmero me abrillanto las escamas que plastifican mi vulva húmeda, entrometida, que aún araña y enrojece. Que aún se irrita.
Para salir de mi espasmo, con las piernas abiertas voy lamiéndole el cuello a la vida. 
Con las piernas abiertas vuelvo a la vida y me sumerjo, y cicatrizo… Y vuelvo a comenzar mientras me regalo toda.

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