martes, 22 de enero de 2013

Tres


Casi siempre nos sentimos como nadando en una bañera mínima. Como si estuviéramos corriendo en una baldoza de la ducha.
Ella, él y yo. Uno para todos y todos para uno. Un par de piernas que se fusionan con las de ella y se suman a las mías. Tres. Seis manos y unos veinte dedos sobre su cuerpo. Seis. Tres lenguas. Tres sabores. Tres olores. Uno. Un solo aliento. Una sola cama. Una mirada y cinco sentidos multiplicados por tres que generan un solo efecto.
¿Quién dijo que lo impar jamás lograría funcionar?... De vez en cuando juntos rompemos fronteras. Sabemos como jugar a esquivar las leyes de la gravedad.

Abreviando, sería algo así como placer elevado al cubo.





miércoles, 9 de enero de 2013

Media dosis



Drogas putas, deliciosas, y junto con ellas mis demonios me dejaron liberada mientras ellos cuatro me observaban… Con media dosis, sólo con la mitad de una me pude volver una hembra suministradora para todos.
Como nunca fui ramera. No hablaban mi idioma, pero a mi lengua no le interesaba comprender lo que me decían.

Yo me dilataba entera, latía y me humedecía con cada roce como si supiera que me incendiaría por la intensidad de cada fricción. Mis intenciones eran tan promiscuas, que hubiera abandonado toda mi vida por no salir de allí.
Mientras montaba a uno, al otro por la boca me lo tragaba entero, y al mismo ritmo mi mente intentaba volverse una santa, tratando de hilvanar inútilmente un poema estúpido que me redimiera.
Con solo media dosis, los orgasmos contenidos se aceleraban a la velocidad del suicidio, y en lo alto yo buscaba un lugar adonde poder morir para no volver.
De repente, mis manos atadas pulsaban la sed de mis espasmos vulgares, y cientos de contracciones fálicas se apoderaban de mi interior mojándome como nunca antes.

Entre esa nebulosa de colores intensos, podía oír a la señorita Vengance gemir en mi nuca. Oh señorita Vengance la más bella de mis putas!. Con la lengua me sofocaba por el cuello y con sus manos buscaba algo suave, algo blando adonde enterrarlas para luego lamerse los dedos, y así saborearse afanosa y triunfante.
Volví al punto de partida para recorrerme una y mil veces más, y mientras me tocaba para que los otros me vieran, no podía contener tanta humedad, me acariciaba con la palma de las manos llenas de luces amarillas, empapadas de fluidos resbalosos, tatuada de huellas dactilares que hacían que mi piel emanara olor a puta!. Si, esa noche supe lo que era tener olor a una gran puta!.

Mientras seguía cabalgando a un ritmo sostenido atravesada por mis dedos, ellos nos miraban serenos, procurándose a sí mismos sensaciones extremas, que lo llenaban todo de aromas deliciosos. Ese momento era como si todos supiéramos que algún día la vida se termina, que nada vale si no se lo prueba todo, y que los que desean cumplir la fantasía de hacerlo, pero por alguna razón se contienen, finalmente nunca lo harán.
En cambio nosotros esa noche, de adicción en adicción se nos fue elevando la comisura derecha sin darnos cuenta... Dándonos ese aire de felices perversos, nos elevamos y sin pensar decidimos tragarnos todo.
(Nos devoramos la vida.)

La señorita Vengance a mi lado, copulando con mi lengua, marcándome con el jugo de su saliva y germinando mis sudores con sus manos pequeñas, no hacía más que dejarme una y otra vez suspendida en el vacío a merced de todos. Me masturbaba la boca con el sabor de sus dedos y mientras le daba a probar de los míos, éramos perfectas perras recíprocas en sincronía total.

Bajo media dosis, las largas horas se me hicieron breves e intensas. Al final nuestras masas se hicieron una sola, y nuestros cuerpos se acoplaron para darle un sentido a todo el vaho acumulado en esa habitación.
En ese momento me deje coger como un animal, para por fin darle una razón a todas mis  muertes. Deje que ellos estallaran dentro mío, y que con sus vergas latentes provocaran en mí una explosión devastadora y dulcemente dolorosa. Mientras tanto se me escurría la vida entre las piernas, al observarla a ella jadeante y ausente, entre sus brillos, volviéndose transparente para mí.
Después de una larga noche, a la madrugada finalmente comprendimos que en vez de cogernos, íbamos a suicidarnos.
  
(Y después más). Otro suicidio más.

Y juntos morimos… Todos.

A eso de las diez, bajamos del altar oscuro en el que nos habíamos jugado la vida en una noche, copulándonos sedientos, tratando de alcanzar lo efímero, eyaculando sensaciones y ensuciando a las mentes castas.
Nunca entendí sus nombres, sólo supe que al final la mañana hervía como un sol en el centro de mi sexo.

Si quisiera contar el resto, debería repasar una y mil veces esos cuerpos... 

Entonces quien quiera saber más, que ponga su cuerpo para averiguarlo…