sábado, 28 de julio de 2012

Ritual


Arrodillada para él, la mirada al frente, respirando agitada al verlo avanzar hacia mí. Y esa sensación, ese dulce dolor en los pechos, los pezones hinchados y el liviano roce al jadear que de tan suave llega a doler.
Se aproxima con una cadencia rítmica como el intenso latir entre mis muslos. Cada paso suyo, un golpe de taco en el frío mármol que a su paso se vuelve infierno, y un latigazo en mí. 
Con la punta de la lengua me recorro los labios para acabar frenada entre los dientes. Tan difíciles de soportar las punzadas entre las piernas que ni apretando los muslos puedo detener la urgente necesidad.
Cuando quiero darme cuenta mi mano baja desde mi pecho y se entretiene en mecerme donde mi cuerpo tiembla.
Al abrir una pequeña puerta, se sienta y yo no lo puedo evitar, me reclino entregada mientras mis manos me llenan de huellas húmedas… Me siento sometida a su ceremonia y apenas puedo susurrar junto a la celosía la consigna ritual.
(- Perdóneme padre, porque he pecado.)


jueves, 26 de julio de 2012

Ella


No había dejado de observarla, no podía contener la absurda sensación de me producía lo contradictorio del aroma de su carne. Apenas me susurro con la mirada, bajé de mi proa, hacia su cuerpo tembloroso y desplegué mis alas sobre su espalda, acariciando con la punta de mis dedos su costado suave.
Ella era para mí una criatura frágil, porque apenas empecé a recorrerla con la lengua, me enseño en su piel erizada 
un frío con sabor a sal. 
Ella podía adivinar bajo los pliegues de mi túnica, la húmeda corriente cremosa de las olas que se montaban entre mis piernas, escondidas con sigilo y desmedida de tibiezas. Su deseo ya no era mármol, sino carne para mis jugos. 
Ella, era un disparo de ansiedades para mi piel húmeda y temblorosa, era mi criatura elegida, era la prostituta de mis dedos… Una poesía con sabor a moras y a mar. 
En un segundo infinitamente profano me arremoliné impetuosa bajo su vientre, y mi lengua la hizo mía elevándola amoral sobre la tierra de nuestros dioses oportunos. 
Ella era para mí una criatura complacida, porque mientras le atravesaba los poros, me pedía orgasmos y poemas. 
En un momento sacudió el lecho de mi cintura, ávida del más placer humano y ofreciéndome sonriente su boca afanosa, me imploró entre súplicas entrecortadas más alas y viento para volver a vivir. Agitada y abandonada se entregó a mi ventaja suave.
Soñé. Y fueron su gozo y el mío una victoria alada impregnada de olores nuestros.  

Al final que nos mostró el ocaso orgásmico infinito, nos convertimos en marea de jadeos cadentes pero iluminados de placer.
Yo fui el ánfora de donde ella se sirvió, y ella… ella fue la esencia con la que se macero mi cuerpo…



viernes, 20 de julio de 2012

Un mismo contenido


En los días que vivo tu ausencia, me trituró el sexo con las manos empalagadas de tanto sentir, y con los dientes repaso filosa la carne de mi lengua que se sofoca al recordar el sudor que genera el efluvio de tu falo tan húmedo y luciente.
Hoy, sólo lo frágil me conmueve y me lleva al placer y a un deseo que me vuelve humeante.
Por la noche, sólo lo etéreo incita a tu existencia tan lejana y de repente, en mi dulce muerte maniobrada con puntual perfección, un instante se vuelve el centro de toda mi chorreante rajadura.

Sustituyo el aliento de tus poros por emanaciones complejas que se apoderan de mi mente, y en ese instante puedo vivir la emoción desprejuiciada porque nadie me condena en mis gemidos.
Sola repaso ésta parte de tu cuello y de tu espalda. Ésta de aquí. La que recorro hasta perder el equilibrio y que me corrijas - un poco más arriba o más abajo - para caer al vacío desde uno de tus muros.
Caigo al vacío desde tu cuello. Por la espalda. Al vacío. Caigo desde tus muros.
Y vuelvo a esta parte de tu cuello y de tu espalda. Ésta de aquí… La recorro, y veinticinco veces después, sigo perdiendo el equilibrio...

Me pedís que te lama desde la raíz hasta el cielo, y que al recorrer ese camino con mi lengua, te observe mientras te dejo descubrirme en un gesto de fácil mujerzuela de esquina oscura.

Y ya casi en la cumbre, nos imagino suspendidos directamente sobre el arder de la atracción, vos y yo y un mismo contenido. Yo abierta y libre, me convierto en la cueva donde lo evaporas todo; lento y sutil te elevas como un fantasma y me rocías de las gotas dulcísimas de tu naturaleza urgente.

Mientras te imagino en el final, te contengo encerrado y preso, y así ejecuto el placer de la ebullición sobre tu dura suavidad que me elimina lentamente; segura y cauta  te contengo, mientras vos como una bomba mortal me disparas hasta acabar.

Inmediatamente después y satisfecho el deseo, en la condensación de la realidad relamo mis dedos disfrutando tus sabores de mentira. Vos y yo muy distantes, pero en mi alucinación, dueños una y otra vez de un mismo contenido...   (Mi vulva hervida...)



Nada


No hay nada más desolador que un polvo triste. Nada más desconsolador que un cuerpo desesperanzado que busca en tus gemidos, la clave de una música que solo puede sonar desafinada. 
Nada más abrumador que alguien que coge, porque espera encontrar los vientres que se acoplan, el sentido que no encuentra en todo lo demás. 
Nada más agónico que la infinita soledad en unos ojos que ya no saben a donde mirar.
    
Yo he estado allí.
    Y no lo recomiendo.

domingo, 15 de julio de 2012

La Balada de la masturbadora solitaria




Al final del asunto siempre es la muerte.

Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Espanto
a los que están presentes. Estoy saciada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro.
La taño como a una campana. Me detengo
en la glorieta donde solías montarla.
Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.
De noche, sola, me caso con la cama.
Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,
en la que cada pareja mezcla
con un revolcón conjunto, debajo, arriba,
el abundante par espuma y pluma,
hincándose y empujando, cabeza contra cabeza.
De noche, sola, me caso con la cama.

De esta forma escapo de mi cuerpo,
un milagro molesto, ¿Podría poner
en exhibición el mercado de los sueños?
Me despliego. Crucifico.
Mi pequeña ciruela, la llamabas.
De noche, sola, me caso con la cama.

Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.
La dama acuática, irguiéndose en la playa,
en la yema de los dedos un piano, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Entretanto, yo pasé a ser la escoba usada.
De noche, sola, me caso con la cama.

Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí como se rompen las piedras.
Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.
El periódico de hoy dice que os habéis casado.
De noche, sola, me caso con la cama.

Muchachos y muchachas son uno esta noche.
Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras.
Se quitan zapatos. Apagan la luz.
Las criaturas destellantes están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente. Están más que saciadas.
De noche, sola, me caso con la cama.

ANNE SEXTON 

sábado, 14 de julio de 2012

Culpable



"- Me declaro culpable señor juez, no pude contenerme, mi respiración se agitaba con cada roce, mi mirada se clavaba en esos ojos como puñales y mataban su cordura así como tantas veces él mató la mía.
Sí lo sé, es un delito, abrí con mi lengua cada uno de sus poros, me bebí todo su deseo, como un caníbal devoré su carne y me sacié hasta enloquecer, pero lo hice como tantas otras veces él lo hizo conmigo.
No, no sé porqué lo hice, tal vez fue en defensa propia, no pude evitar esa sensación que me sacudía cuando sentía que él se acercaba a mí, no pude tolerar esa electricidad que generaba al fundirse con la humedad en mi piel y mucho menos controlé el sabor de esos labios envenenados que arrebataban el poco aliento que quedaba en mí. Decidí lavarlo con mi boca y me descontrole, no puedo recordar porqué no pude detenerme. 
De lo único que sí estoy segura, es de que para hacerlo, sólo utilicé la boca con la ayuda de mi lengua empapada de sus sabores, porque mis manos no lo tocaban, ellas estaban ocupadas elaborando algún tecleo armónico en algún punto sur entre mis piernas.
Le suplico que no me pregunte eso… no recuerdo los hechos con claridad, yo sólo  puedo asegurar que fue el vaho de su semen lo que me condujo al desquicio total. 
En ese momento, todo fue una mezcla de pasión, deseos, sueños, piel, sudor… un elixir que me intoxicó y me convirtió en asesina. 
No tengo nada que decir en mi defensa señor juez, soy culpable de habérmelo bebido... todo"

viernes, 13 de julio de 2012

Descuidada


Yo voy caprichosa por la vida, desnuda, insoportable, en mis momentos de lucidez soy presa de éste anunciado y eterno desencuentro, y en ésta blasfemia de varios días voy perdiendo la cordura, la paciencia, me hago presa del calor con el que se sofoca mi imaginación al evocarte. 
Comienzo a perder la compostura y la decencia; yo voy caprichosa por la vida, descuidada me toco sin pensarlo. 
Cierro los ojos y contra mi lengua te amurallo, queriéndote todo de una sola vez hasta ahogarme en tu jugo, sedienta, buscando por donde beberte...
(entero)

martes, 3 de julio de 2012

De un sólo trago


Te tomaría
cuando 
me ardo por dentro
y por fuera,
cuando me invado
de tu ausencia,
cuando me invadís
sin remedio.
De sólo pensarte
te bebería
de un sólo trago
como el tequila...

(de mi alucinación anterior...)

domingo, 1 de julio de 2012

Breve


‎"Ella lo mira, sus ojos tienen otro tono, se acerca y sin decirle nada lo arrastra a la pista de baile. La música suena cadenciosa y sensual, suena en cada esquina, ella se trasporta ciegamente, mientras mueve sus caderas de forma Lùbrica...
Bailando, ella tiene algo de las siestas calurosas de verano, y en su pecho se mueren los claveles que renacen en la cima de sus manos, cuando ella se acaricia marcando un paso un tanto afrodisíaco y carnal.
Su mirada lo seduce y lo invita a seguirle el ritmo, ella le da su espalda rozándole la parte del cierre, luego voltea su cuerpo hacia él, y bien pegaditos mete una pierna y baja lentamente. Él ya erguido sigue sus movimientos y su rodilla logra rozar su encanto ya ardiente, ella lo ha sentido y con cierto recelo se pega mas..."




Lilith


Cuando más ausente estás, es cuando mi mente más te sugiere como plato principal. Entonces no puedo evitar regarme completamente ante el menor roce de tu imagen con mi imaginación, y mis dedos te delatan cerca. 

Desde lejos te provoco para que sustentes ésta prisa y aunque no te enteres, te traigo con el simple latido de mi vagina que inquieta comienza a hervir. Cuando estás con otra, siento que sos mi "puto" amo pero yo soy Lilith, y me convierto en la venerada y lamida por todos los demonios y vampiros, madre de todas las madres, la que repudió al primer hombre por someterla a la vulgaridad aburrida del “misionero”. 

Me destierro porque soy fuego y ardor, abomino los paraísos simples y me ocupo de mis urgencias. El onanismo se proclama en mí como un mandato sagrado. Las cuevas más oscuras me provocan el placer más exultante, la lascivia y el vicio. 
Entonces es en ese momento, en que recuerdo cuando me pedís que me convierta en una puta para tus deseos y jugamos a todo:

Me ves parada en la esquina más oscura y me preguntas:

- ¿Por cuánto te vendes?

Yo te observo desde afuera y relamo mis dedos inquietos. Luego me subo, y comenzamos a soportar la húmeda sensación de montarnos tan sólo con la mirada, nos ungimos los dedos en mi cavidad que se vuelve cremosa ante el rastro de tus yemas, nos probamos con la lengua y despegamos. Allí me convierto en la más vulgar de todas las que hayas probado y te pido:

- Untame del vaho de tu semen y otras fragancias de tu miembro dulce. Regame con tus especias  y así dejame impregnada de tu olor. Sacame de quicio. Llevame a pasear atada a una correa que apriete demasiado y haceme sufrir.
Lameme por dentro minutos eternos y cuando haya alcanzado el cielo, seguí haciéndolo por fuera, luego con tu sudor, dejame mojada y con tu lengua volveme a lavar completamente.
No me desates las cuerdas hasta que sea un poco tarde. Servime un vaso de tequila que me queme por dentro, y liberame del estigma de tu miembro erecto que siempre me vuelve indecente. Atravesame tantas veces como quieras, y luego de sacrificarme abandoname.
Hace sangrar mis labios con la saliva de tu lengua y que tu boca se convierta amarrada a mi clítoris, en miles de sanguijuelas de colores.
Cuando me penetres, cruzate conmigo en una autopista a cien por hora y acabá conmigo en un orgasmo que te haga reventar dentro mío. Cuando te hayas derramado, quitate así me penetro con mis dedos y con tu jugo, dibujo en mi boca un altar con sabor a miel.
Al final de la noche, cuando te vayas, salí y nega todo, no sin antes decirme:

- Te invito a un café caliente y claro. 
Y sin azúcar. Y sin aliento.