viernes, 28 de diciembre de 2018

El recuerdo quema




Soy mi propia proxeneta, y trafico por mis medios las siluetas que perdí. Las llevo del presente al pasado, del pasado al futuro, del futuro al cuasifuturo.
Yo prostituyo mis recuerdos intentando penetrarlos con algún sedante que los calme, uno de esos frascos genéricos, cuya indicación nos mande de regreso a donde fuimos.
Y aunque lo olvide, no dejo de recordar lo vivido, creo que comprendes, el techo sin buhardilla no sirve, nada se cierra sin un orificio que nos deje ver más allá.
Me podré ahogar en una borrachera típica de una idiota post-arrepentida, pero vos y solo vos sabes, que al fin y al cabo, no lo intenté porque no sé intentar o sé intentar de otra manera. 


Y en ese juego lo entendiste todo tan al revés.
Al revés.

Es por eso que tu tren se cargó se escoria, y el mío de leña para no poder olvidar.

Lo acepto.

Tal vez esta vez erré.






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