Confesión
Es domingo por la mañana y dentro de ese patio soleado, hay un cura que me quiere coger por debajo de la falda. Zurzo con esmero las vocales. En los pliegues. Afilo sus tijeras, mi lengua y algunos sellos que seguramente me dejara en la memoria. Luego de mi confesión le pido los retazos.
Como recuerdo.
Con la verga al aire escribo el placer lácteo de una entrada tan puta como sincera. La leche es agua bendita o ácido, según como se la tome. Linda confesión. Buena pluma.
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