Anoche supe que
mis tetas subdesarrolladas no le fueron suficientes. Supe que no se puede
amamantar a su misma camada, no se debe aunque a veces no quede más remedio. Hoy
ya no lo intento.
Mis ganas,
resultaron agrias de tanto aguantarme, y en vano se escaparon supuradas por mis
pezones agrietados. Hoy sé que como la lejía, hay esperas que también amarillean
los flujos impacientes.
Por momentos me
pica la cicatriz y me toco allí, justo allí en ésta rajadura enorme, con
puntadas de sobrehilado que tejo con la yema de mis dedos, doy consuelo a ésta
raja enorme, por donde alguna vez cogimos jugándonos la vida.
En mis ángulos, aún
martilla la sensación de labios febriles agrietados, supurando besos
calientes, aguantados, contenidos como orgasmos inhibidos, como nudos en la
garganta, como gemidos atragantados, y un orgasmo a medio hacer.
En mi centro, me
amaso el verbo, el sexo, el verso, me amo, me regalo toda haciendo
tiempo, y muero una vez más mientras espero. Mientras me regalo toda,
me amaso el verbo, el sexo, el verso, me lamo, me relamo, haciéndome tiempo y
mujer. Y ganas.
Con las piernas
abiertas mis dedos me repasan y voy limpiando mis urgencias con esmero
desmedido. Con esmero me abrillanto las escamas que plastifican mi vulva húmeda,
entrometida, que aún araña y enrojece. Que aún se irrita.
Para salir de
mi espasmo, con las piernas abiertas voy lamiéndole el cuello a la vida.
Con
las piernas abiertas vuelvo a la vida y me sumerjo, y cicatrizo… Y vuelvo
a comenzar mientras me regalo toda.
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