domingo, 5 de agosto de 2012

Desnuda y quieta


Después de arañar con saña los rincones asfaltados, de vender, de subastar el cariño inocuo que me dan. Después de morder cien corazones para desayunar, con la respiración entrecortada, mi lengua absurda como un cristal se rompe.
Y así me acuesto acompañándome hasta el hartazgo...  
Desnuda y quieta... Desnuda y quieta...
Y no es más puta la que busca compañía a toda costa en corazones que ya están llenos, o en tacos de charol, o bajo la vía.
Y no es más puta la que por muerte súbita busca intoxicarse con la vida.
Ya el frío no me mata, lo que me acelera el pulso es el maldito viento en diagonal que me atraviesa la frente.
Entre penumbras, sólo escucho el taconear de mis pasos y observo como unos cuantos perros vagabundos con dientes de crueldad se compadecen de mi.
Caminando a un ritmo medido, siento como un puñado de ojos indagan en mi soledad y me subastan por la nuca, y la sensación en el pecho, es similar a mil  balas cargadas de cicuta.
No sé porqué, pero en la tibieza de mi mente aún susurra un idealizado "te quiero", dos palabras tan inalcanzables que ni yo me las creo.
Y ya no las quiero imaginar más!
A esa altura de la madrugada, mi yugular es a prueba de bombas, de terrorismo personal.
Y finalmente me doy cuenta de que me encuentro sola en medio de una epidemia de poesía sin poeta, con mi lengua absurda que como un cristal se quiebra y sangra por mi boca.
 Y así amanezco una vez más... 
Desnuda y quieta... Desnuda y quieta...




No hay comentarios:

Publicar un comentario