miércoles, 1 de agosto de 2012

Es


Es rugir de carnes entre las manos, dejando trincheras sin aliento y succionando el sopor del cautiverio.
Es un bosque lampiño donde no existe rendición al oponente.
Es una batalla exclusiva muslo a muslo, miembro a miembro, sin perdón, por rebelión al enemigo.
Es un combate privado que se expande en placeres por un clímax fugaz y avasallante.
Es entonces luz sobre noches de piernas abiertas y pubis depilados, bebiendo de a grandes sorbos el sudor de los estruendos orgásmicos.
Es un momento donde no existe la concesión o el dictamen ajeno, que recurra a aplacar el instinto desatado.
Es el hurgar de huecos mojados como espías sin clase. Agresivos en la lucha del rostro escondido entre la cadera. Es la batalla descarnada del pecho a pecho latiendo a un ritmo sideral.
Es un volcán caliente en gónadas húmedas derritiéndose sobre lenguas suaves de almizcle y vaginas calientes que explotan con la fuerza de misiles entre gemidos de un desmayo deseado.
Es el falo erecto que cruza como un sable, los muros de telones magros y transparentes de mucosa.
Es táctica y estrategia para resucitar airosos en la escena de la muerte.


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