Escribí un soneto a la misma vez que tus aventuras se meten en tus sábanas, luego vení y llename de armas blancas las sensaciones.
Pero con cuidado, que yo soy primavera y tengo la flor de piel. Caete por los laberintos que juntan mis curvas con la hierba de abajo, y perdete con tus dedos de poeta en la piel del diablo.
Buscame un lugar infernal en tus pupilas, y mientras te olvidas la piel entre mis piernas, retame a un duelo de espadas retina con retina.
Y luego volvé, que me tenes que lamer.
Vení, que te quiero lamer.
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