sábado, 28 de julio de 2012

Ritual


Arrodillada para él, la mirada al frente, respirando agitada al verlo avanzar hacia mí. Y esa sensación, ese dulce dolor en los pechos, los pezones hinchados y el liviano roce al jadear que de tan suave llega a doler.
Se aproxima con una cadencia rítmica como el intenso latir entre mis muslos. Cada paso suyo, un golpe de taco en el frío mármol que a su paso se vuelve infierno, y un latigazo en mí. 
Con la punta de la lengua me recorro los labios para acabar frenada entre los dientes. Tan difíciles de soportar las punzadas entre las piernas que ni apretando los muslos puedo detener la urgente necesidad.
Cuando quiero darme cuenta mi mano baja desde mi pecho y se entretiene en mecerme donde mi cuerpo tiembla.
Al abrir una pequeña puerta, se sienta y yo no lo puedo evitar, me reclino entregada mientras mis manos me llenan de huellas húmedas… Me siento sometida a su ceremonia y apenas puedo susurrar junto a la celosía la consigna ritual.
(- Perdóneme padre, porque he pecado.)


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