Hace días que te espero... Mucho antes, incluso de conocerte. Y es que debo confesar algo: tengo las yemas arrugadas de tanto y tanto evocarte y sólo se me ocurre imaginarte lamiéndolas una por una. El tiempo se convierte en ansiedad y el reloj es mi cuadro preferido...
Minuto a minuto se intensifica el vaiven del los gemidos que se ahogan en mi pelvis sudorosa. Yo como hembra divago en sueños y vuelvo a las soledades que son humedades y me declaro a la eterna prisión de tus susurros vulgares en mi oído... en mi entrepierna... (en...)
Gemidos que hacen erizar hasta la piel de las estrellas del sur que desnudas, se entregan a besarte íntimamente en mi nombre.
Placer... Ojos ciegos, lujuria... Un cuerpo a merced de orgasmos desmedidos de limites. Besos que queman mis esencias profundas. Más placer... Ojos cercados por vendas negras y manos atadas a un calor sofocante...
Un cuerpo que se desgarra de ganas por ser embestido y mi alma sumisa a ese extremo tuyo tan inesperado... Ahora siento como mi cuerpo y mi mente siempre terminan unidos en ese complot para el placer y utilizan a mis manos como rehenes mensajeras de tus dedos, placer que deseo se convierta en luz eterna...
Ahora mi sudor que resbala en el satén. Deseo y acabo.... Y vuelvo a mirar el reloj.
No hay comentarios:
Publicar un comentario