sábado, 9 de junio de 2012

Sofacada


Hay ángulos salados en tu piel que me gusta lamer sin prisa, y mientras me concentro en repasarlos una y otra vez, tus dedos dibujan estrellas ungiéndose de la humedad de mi letanía crepuscular....

Tu respiración entrecortada me vuelve temblorosa, sin embargo encuentro mi centro y con una exquisita seguridad afianzo mis pulgares en las repisas donde apoyo mis urgencias más preciosas, y allí me convierto en la “puta” de tus delicias. 
Mientras mis piernas, rodeándote evocan un gesto de libertad, con mis pies repaso el borde del sudor que emana desde centro de tu espalda, me quema y luego se afinca en mi cintura desquiciada.
Siento como nuestras lenguas juegan a leerse los secretos y no encuentro un límite para volverme nuevamente decorosa… Me voy dejando avasallar mientras me revolvés completamente y te repaso con la mirada entreabierta tratando de abusarme un poco más, intentando ponerle el nombre de mis orgasmos a tu sangre hirviente…
Quiero que dibujes con las yema de tus dedos mi sofocada hermosura, quiero que reinventes cada uno de sus pliegues y que hagas de ella un lienzo para tus torturas. Deseo separarme un breve minuto y observar como tatuas mi espalda con jadeos y gestos profanos…
Te observo a un metro de distancia y mientras te abrazo sólo a fuerza de pupilas, observas a mis dedos convertirse en tu húmeda dureza…
Es allí cuando el tacto se hace presente y constante… Giramos en nuestras miradas un minuto y medio, y sin tocarnos, acabás con tu vida mientras terminas con la mía…

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