domingo, 3 de junio de 2012

Empalándome



Recuerdo sus manos en mis caderas, él detrás de mí, empalándome, abriendo mis carnes, susurrándome al oído sucias palabras que me levantaban y me anunciaban la muerte y yo escupiendo todos mis miedos, bailando obscena sobre su poderoso miembro. Cabalgándolo mientras lo respiraba para alcanzar la vida…

Me hice tierra cuando lo alcance con mi lengua y noté en la suya, una tormenta de besos enrulados acechándola. Sentí en sus manos una intención afanosa de cultivos, descubrí en sus ojos unas ganas soleadas de verme brotar y florecí en la más tibias sensaciones de humedad…


Mientras mi boca se impregnaba de su aliento hirviente, sentía como desgranaba sus durezas en terrones dentro de mis santuarios. Cuando me sentí arada entre tus manos, sin avisos, él me convirtió en campo para derramarse y decidió hacer de mí, su siembra. 

Apenas atravesé la línea de mi algidez, sus gemidos me levantaron y yo lo mire desde arriba, fue así que me iluminó con el brillo de su orgasmo, y mientras su fuerza completaba mis espacios con el reflejo de su cielo, convirtió a mi corazón en su bulbo y a mis ganas de entregarle más, en miles de gotas de lluvia por caer entre mis piernas.




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