domingo, 3 de junio de 2012

Primer acto II: La carne


-Recordas cuando fue la primera vez?, dije mirando discretamente tus labios, muy seguro me respondiste:
“-Sí lo recuerdo, fue esa noche en que nos acompañaban las palabras… fue cuando tome tu mano derecha y acaricié el lunar que tatuó la yema de mi dedo en un segundo…”

-No, no fue así… Recordas?....
Yo llevaba una copia de mi prosa escondida en mis deseos y vos me dijiste…
“- Quiero que la leas para mí, escribila con tus manos, convertí las letras en verbo y dejame hacer el resto”…
Si, así fue… recordas que habíamos hablado sobre el brindis y el amor?... hace memoria… vos me dijiste muy claramente sacrificando a mi conciencia descreída:
-“El amor es el vino”, y yo no pude agregar más palabras a tu definición…

Bebimos de a pequeños sorbos nuestros labios, y entre besos que deseaban ser tu carne, respire sobre vos entrecortadamente cada letra.
Con mi lengua en tu cuello, trate de seguir ese hilo de humedad que según vos, siempre quedaba inconcluso para tus deseos, esas líneas que yo pretendía que de una vez, vos terminaras de escribir sobre mis pudores… Recordas?...

Estábamos en una cama que no era tuya ni mía, un espacio que no era más que nuestro universo inmediato de pasiones desmedidas que deseaban ser desatadas. En un lecho que sólo pertenecía al ansia de un puñado de orgasmos contenidos en tantos besos… Minutos después, yo estaba debajo tuyo, convirtiéndome en puerto para que te anclaras firmemente a mi entrepierna, humedecida de pensamientos pervertidos …

En ese momento, nos olvidamos del reloj que marcaba nuestros tiempos y actuamos concentrándonos en el olfato que elaboraban otros tantos vocablos del léxico precioso de la piel. Entonces, los demás perfumes permanecieron sin palabras, inarticulados, ilegibles para nuestras lenguas. Ellos sólo se limitaron a observarse imitados… vigorosamente sudados por nuestros cuerpos.
Entonces me dejé llevar, me deje atravesar, para en un segundo convertirme en esa pulpa que se hizo jugo sobre tu dureza…

Al mirarte fijamente a los ojos, yo me sentía una loca victoriosa, que se desenrollaba, se contorsionaba… que gemía agradecida de dolor, de alegría con cada una de tus entregas… Cómo me gustaba olerte y marcar con el vapor de mi boca toda tu espalda!... Porque en la premonición de sentirme sacrificada, me volvía virgen nuevamente, sólo para vos…
Sentía que sofocabas mi vientre con tu lengua, mientras le oía decir a la conciencia de tu deseo:
“- Amame, mamame, apreta fuerte y sujetame… Bautizame con tu sangre, abrazame con tu saliva y con ella, escribí tus sueños en mi boca… Tomala, aprisionala, descubrí el secreto y guardalo para siempre”…

En sintonía con cada latido de tu cuerpo, mi mente ya indecente la escuchaba y respondía:
-“Matame, violame para volverme una mártir de tu prisa… llevame adonde nadie recuerde mi nombre, sometememe a la gloria de tus gemidos, haceme gritar para encontrarte en la cima y convertime en tu aire… No permitas que me caiga… Sostenete conmigo…”

Nuestras mentes no medían la coherencia, porque en la locura, correspondíamos a la brutalidad tantas veces apresada en nuestras manos … La noche no existía con tu cuerpo dentro del mío… Con el roce desquiciado de mis poros en los tuyos, porque el tiempo no pasaba para el mundo, y cuando bajabas, yo sentía que con tu boca quemabas mis labios empapados de libertad…

Y tu voz que otra vez me repetía sin prejuicios:
-“La gente no importa, porque la vida es un soplo y mi urgencia es tu esencia que se hace marea en mi erección”
En el vaivén, ese del que tanto cielo anhelabas, te perdías, mientras yo me apartaba para observarte, y al no poder soportar más, fui en busca de tu ausencia para atarme a la conciencia de tu placer y gozarlo junto a vos.

Finalmente, fueron nuestros gemidos que a la par, declararon el sacrificio caliente de la piel, y volvieron trémulo al tacto incoherente… No pude pensar más, me entregué y te seguí al certero abismo de un delirio, que pulsante y húmedo, arremetió en las entrañas que tanto alucinaste… Esa madrugada, declaraste a mi cuerpo en tibia floración…

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